Ante de todo recordemos que los evangelios apócrifos son
aquellos escritos sobre la vida de Jesús descartados y prohibidos por la
ortodoxia católica, entre ellos los textos gnósticos de Felipe y Tomás,
encontrados en Nag Hammdi, y que mencionan a María Magdalena como
un discípulo muy importante de Jesús; pues aunque sabemos que en tiempos de
Jesús las mujeres no tenían gran relevancia en los ámbitos del grupo que
rodeaba a Jesús, si tienen importancia pues son aquellas que promulgan y
extienden el mensaje.
Evangelio de Felipe:
María Magdalena
parte como una figura clave en la vida de Jesús, tanto, que se la considera la
compañera más cercana del Salvador. A pesar de que el texto aparece incompleto
y que existe, párrafos y palabras no recuperables, existe un pasaje que se ha
podido reconstruir, en el que se narra extraordinariamente la relación
entre.
“Una mujer que no ha dado luz a sus hijos puede volverse
la madre de los ángeles. Tal era la compañera del Hijo, María Magdalena.
El la amaba”, lamentable, parte del texto que a continuación
completaba la frase quedó carcomido por hormigas del desierto, pero que pudo
reconstruirse a partir del texto de la página siguiente “los discípulos preguntaron al
Salvador por qué amaba a María Magdalena más que a ellos”, restaurándose aproximadamente en la siguiente frase:
…Tal era la compañera del Hijo, María Magdalena. El
la amaba más que a los otros discípulos
Reconstruida la anterior frase, las siguientes palabras
que se podían leer en el texto constituían la certificación definitiva de una
relación más importante y casi intima entre María Magdalena y Jesús, “y el la
beso en la…” y nuevamente el hueco en la palabra clave, vacío que ha sido
objeto de mucha especulación, ya que no se desvela donde la beso exactamente
pero lo más probable y basándose en la gramática y la longitud del
espacio que falta, la palabra clave podría coincidir con la “boca”.
No obstante y aunque la palabra clave sea ésta, la frase
no se debe contemplar como un pasaje carnal, sino más bien y como apuntan
muchos investigadores como una escena de trasmisión divina del
conocimiento, en el que el “beso” se convierte en un símbolo íntimo de
enseñanza.
Independientemente del significado de ese beso, ya sea
carnal o de conocimiento, en la boca o en cualquier otra parte del cuerpo,
queda innegablemente certificado la existencia de una relación especial y
extraordinaria entre ambos.
Igualmente, del evangelio se desprende que María
Magdalena recibió enseñanzas privadas de Jesús, por lo que pudo acceder a doctrinas
que el resto de discípulos nunca escucharon, ¿por qué?, ¿quizás la
confianza que tenía en ella era mayor que con el resto?, o tal vez con
ella tuvo un mayor grado de entendimiento. Según los textos, esta última
hipótesis parece la más probable, ya que en ellos Magdalena no aparece
únicamente como el discípulo al que Jesús más amaba, sino como una figura
simbólica de la sabiduría celestial.
Tres (eran las que) caminaban continuamente con el Señor:
su madre María, la hermana de ésta y Magdalena, a quien se designa como su
compañera. María es, en efecto, su hermana, su madre y su compañera.
En este último párrafo Felipe indica que María Magdalena
era su “compañera”, término que en aquel tiempo tendía a utilizarse para
designar a la compañera sentimental o comprometida, por lo que también queda
abierta esta posibilidad.
Evangelio de Tomás:
Se trata de un
compendio de 114 dichos coptos atribuibles la mayor parte a Jesús. Tan sólo en
un par de ellos aparece mencionada María Magdalena
21 Dijo María a Jesús: ¿A qué se parecen tus discípulos?.
Él respondió: Se parecen a unos muchachos que se han acomodado en una parcela
ajena. Cuando se presenten los dueños del terreno les dirán: Devolvednos
nuestra finca. Ellos se sienten desnudos en su presencia al tener que dejarla y
devolvérsela. Por eso os digo: Si el dueño de la casa se entera de que va a
venir el ladrón, se pondrá a vigilar antes de que llegue y no permitirá que
éste penetre en la casa de su propiedad y se lleve su ajuar. Así, pues,
vosotros estad también alerta ante el mundo, ceñid vuestros lomos con fortaleza
para que los ladrones encuentren cerrado el paso hasta vosotros; pues si no
darán con la recompensa que vosotros esperáis. ¡Ojalá surja de entre
vosotros un hombre sabio que —cuando la cosecha hubiere madurado— venga
rápidamente con la hoz en la mano y la siegue! El que tenga oídos para oír, que
oiga.
Quizás en el último párrafo “Ojalá surja de entre
vosotros un hombre sabio…”, ¿se estaba refiriendo a ella?, no lo sabemos pero
no sería descabellada la idea.
114 Simón Pedro les dijo: ¡Qué se aleje María de
nosotros!, pues las mujeres no son dignas de la vida. Dijo Jesús: Mira, yo me
encargaré de hacerla macho, de manera que también ella se convierta en un
espíritu viviente, idéntico a vosotros los hombres: pues toda mujer que se haga
varón, entrará en el reino del cielo.
En 1896 un investigador alemán halló en El Cairo un
antiguo papiro escrito en copto, una antigua lengua del Egipto cristiano basada
en el alfabeto griego. A pesar de los orígenes misteriosos de este
manuscrito, se cuenta que apareció en un nicho de la población de
Akhmim al norte de Egipto, ciudad, que fue hogar de una comunidad cristiana
perseguida durante los primeros siglos. Posteriormente, dos fragmentos griegos
del siglo III se hallaron en Oxyrhynchus, junto con fracciones del Evangelio de
Tomás.
La primera traducción no llegó hasta 1955, y en ella se
desvela mayoritariamente acontecimientos posteriores a la resurrección de
Jesús. La primera mención a María se inicia después de la muerte de Mesías,
cuando las dudas y el miedo a proclamar el evangelio se apodera de los apóstoles.
Ellos, sin embargo, estaban entristecidos y lloraban
amargamente diciendo: ¿Cómo iremos hacia los gentiles y predicaremos el
evangelio del reino del hijo del hombre? Si no han tenido con él ninguna
consideración, ¿Cómo la tendrán con nosotros?
Entonces María se levantó, los saludó a todos y dijo a
sus hermanos: No lloréis y no os entristezcáis; no vaciléis más, pues su gracia
descenderá sobre todos vosotros y os protegerá. Antes bien, alabemos su
grandeza, pues nos ha preparado y nos ha hecho hombres. Dicho esto, María
convirtió sus corazones al bien y comenzaron a proclamar las palabras del
Salvador.
Pedro dijo: María, hermana, nosotros sabemos que el
Salvador te apreciaba más que a las demás mujeres. Danos cuenta de las palabras
del Salvador que recuerdes, que tú conoces y nosotros no, que nosotros no hemos
escuchado. María respondió diciendo: Lo que está escondido para vosotros os lo
anunciaré.
María relata la visión que tuvo de Jesús, les habla del
desarrollo espiritual y de la ascensión del alma, pero ello turba el
entendimiento de Andrés, al que le parece muy extraño que estás enseñanzas sólo
se las haya transmitido a ella.
Después de decir todo esto, María permaneció en silencio,
dado que el Salvador había hablado con ella hasta aquí. Entonces, Andrés habló
y dijo a los hermanos: Decid lo que os parece acerca de lo que ha dicho. Yo,
por mi parte, no creo que el Salvador haya dicho estas cosas. Estas doctrinas
son bien extrañas.
Y Pedro, que ya comenzaba a ver en María un
rival en el liderazgo del grupo, arremetió contra ella:
Pedro respondió hablando de los mismos temas y les
interrogó acerca del Salvador: ¿Ha hablado con una mujer sin que lo sepamos, y
no manifiestamente, de modo que todos debamos volvernos y escucharla? ¿Es que
la ha preferido a nosotros?. Entonces María se echó a llorar y dijo a Pedro:
Pedro, hermano mío, ¿Qué piensas? ¿Supones acaso que yo he reflexionado estas
cosas por mí misma o que miento respecto al Salvador?
Leví, más conocido como Mateo, defiende a María
Entonces Leví habló y dijo a Pedro: Pedro, siempre fuiste
impulsivo. Ahora te veo ejercitándote contra una mujer como si fuera un
adversario. Sin embargo, si el Salvador la hizo digna, ¿Quién eres tú para
rechazarla? Bien cierto es que el Salvador la conoce perfectamente; por esto la
amó más que a nosotros. Más bien, pues, avergoncémonos y revistámonos del hombre
perfecto, partamos tal como nos lo ordenó y prediquemos el evangelio, sin
establecer otro precepto ni otra ley fuera de lo que dijo el Salvador».
Luego que Leví hubo dicho estas palabras, se pusieron en
camino para anunciar y predicar
Pero uno de los aspectos fascinantes de este evangelio
es que nos obliga a replantearnos la historia del cristianismo.
¿Entendieron todos los discípulos a Jesús?, ¿Le comprendieron y predicaron
realmente la verdad?
Tal vez el evangelio de María es demasiado contundente al
presentar a María Magdalena como la maestra y guía espiritual de los demás
apóstoles, o tal vez no. Sin duda, fue algo más que una seguidora de Jesús,
probablemente fue su compañera más querida y líder del
movimiento.
Ellos, sin embargo, estaban entristecidos y lloraban
amargamente diciendo: ¿Cómo iremos hacia los gentiles y predicaremos el
evangelio del reino del hijo del hombre? Si no han tenido con él ninguna
consideración, ¿Cómo la tendrán con nosotros?
Entonces María se levantó, los saludó a todos y dijo a
sus hermanos: No lloréis y no os entristezcáis; no vaciléis más, pues su gracia
descenderá sobre todos vosotros y os protegerá. Antes bien, alabemos su
grandeza, pues nos ha preparado y nos ha hecho hombres. Dicho esto, María
convirtió sus corazones al bien y comenzaron a proclamar las palabras del
Salvador.
Pedro dijo: María, hermana, nosotros sabemos que el
Salvador te apreciaba más que a las demás mujeres. Danos cuenta de las palabras
del Salvador que recuerdes, que tú conoces y nosotros no, que nosotros no hemos
escuchado. María respondió diciendo: Lo que está escondido para vosotros os lo
anunciaré.
María relata la visión que tuvo de Jesús, les habla del
desarrollo espiritual y de la ascensión del alma, pero ello turba el
entendimiento de Andrés, al que le parece muy extraño que estás enseñanzas sólo
se las haya transmitido a ella.
Después de decir todo esto, María permaneció en silencio,
dado que el Salvador había hablado con ella hasta aquí. Entonces, Andrés habló
y dijo a los hermanos: Decid lo que os parece acerca de lo que ha dicho. Yo,
por mi parte, no creo que el Salvador haya dicho estas cosas. Estas doctrinas
son bien extrañas.
Y Pedro, que ya comenzaba a ver en María un
rival en el liderazgo del grupo, arremetió contra ella:
Pedro respondió hablando de los mismos temas y les
interrogó acerca del Salvador: ¿Ha hablado con una mujer sin que lo sepamos, y
no manifiestamente, de modo que todos debamos volvernos y escucharla? ¿Es que
la ha preferido a nosotros?. Entonces María se echó a llorar y dijo a Pedro:
Pedro, hermano mío, ¿Qué piensas? ¿Supones acaso que yo he reflexionado estas
cosas por mí misma o que miento respecto al Salvador?
Leví, más conocido como Mateo, defiende a María
Entonces Leví habló y dijo a Pedro: Pedro, siempre fuiste
impulsivo. Ahora te veo ejercitándote contra una mujer como si fuera un
adversario. Sin embargo, si el Salvador la hizo digna, ¿Quién eres tú para
rechazarla? Bien cierto es que el Salvador la conoce perfectamente; por esto la
amó más que a nosotros. Más bien, pues, avergoncémonos y revistámonos del hombre
perfecto, partamos tal como nos lo ordenó y prediquemos el evangelio, sin
establecer otro precepto ni otra ley fuera de lo que dijo el Salvador».
Luego que Leví hubo dicho estas palabras, se pusieron en
camino para anunciar y predicar
Pero uno de los aspectos fascinantes de este evangelio
es que nos obliga a replantearnos la historia del cristianismo.
¿Entendieron todos los discípulos a Jesús?, ¿Le comprendieron y predicaron
realmente la verdad?
Tal vez el evangelio de María es demasiado contundente al
presentar a María Magdalena como la maestra y guía espiritual de los demás
apóstoles, o tal vez no. Sin duda, fue algo más que una seguidora de Jesús,
probablemente fue su compañera más querida y líder del
movimiento.